Una semana en Lanzarote

Tras un verano limitado por la pandemia, el año 2021 decidimos arriesgarnos a coger por fin un avión pero con tanto cambio de normas en cada gobierno, restricciones etc… preferimos mantenernos en España así que, optamos por conocer una más de las Islas Canarias, Lanzarote.
Es una isla pequeña pero con un encanto alucinante y unos paisajes de otro planeta, con características inigualables en ninguna otra parte del mundo.

¿Cuántos días son necesarios para visitar la isla?
Como para cualquier lugar del mundo, dependerá de tu estilo de viajar pero en nuestro caso, 7días completos fueron más que suficiente. Sin darnos paliza,  descansando en playas, en la piscina del hotel etc… e incluyendo visita a la isla de La Graciosa.

¿Cómo moverte por la isla?
Como sabéis, la pandemia acarreó muchos problemas, entre ellos, la producción de vehículos.
El verano que nosotros fuimos, tuvimos coche porque lo cogimos con muchísima antelación pero quienes pensaban cogerlo allí directamente, se quedaron sin él y tuvieron que andar
cogiendo excursiones o taxis. En mi opinión, para moverte por la isla es imprescindible el alquiler del coche. Os dará libertad para ir a todas partes, no depender de horarios etc…

Iitinerario de una semana en Lanzarote:


Día 1.
Llegamos al aeropuerto de Lanzarote a las 20h (tras enseñar nuestro pasaporte covid y estas cosas que afortunadamente ya parecen haber desaparecido) cogimos nuestro coche de alquiler y nos marchamos a nuestro apartahotel en Playa Papagayo.
Aprovechamos para coger en el Dino, el supermercado de al lado, agua mineral y algo para el
desayuno del día siguiente, hicimos el check in, nos instalamos y nos fuimos a dormir.

Dia 2. Grietas de volcanes, pueblos y Arrecife.
Sin prisas, salimos a las 10.30 del hotel y nos dirigimos a una ubicación que os dejo en el mapa, que encontramos en otro blog viajero y la cual, merece mucho la pena.

Se trata de la grieta de un volcán que no pudo evitar recordame a Antelope Canyon (salvando las distancias). La forma de la piedra es alucinante y tanto nosotros como otra pareja que salía de allí, nos quedamos maravillados.

Desde ahí, nos fuimos a ver San Bartolomé (aparcamos sin problema) y paramos a tomarnos un café y un bollito en una pequeña cafetería antes de dirigirnos al Museo del Campesino. El museo es gratuito y merece la pena visitarlo. Se trata de un homenaje de Cesar Manrique a la profesión, a los trabajadores que aprovecharon la fertilidad de sus tierras.

La plaza y la iglesia del municipio también son muy bonitas y merece la pena verlas.
De ahí, nos dirigimos a Teguise. Fue la capital de la isla hasta 1852, cuando la villa fue perdiendo todas las parcelas de poder frente a la actual, Arrecife.

Los domingos, transforma su silencio y tranquilidad en el buillicio y ajetreo de su famoso mercadillo formado por multitud de puestos artesanos.

Tras dar un paseo por esta pequeña, pero hermosa villa, nos dirigimos a la antigua rofera de la isla. De la rofera se obtiene el rofe, arena volcánica de granos gruesos que se utilizan como capa superior de un terreno cultivado. Es curioso de ver, aunque no me desviaría a propósito para verlo. Si os pilla de paso como a nosotros, es una buena opción de conocer este curioso
paisaje.

Llegada la hora de comer, nos fuimos a comer a El Mandingo. Está en mitad de un polígono pero lleno de gente de la isla así que, supimos que comeríamos bien. Por 17 euros cada uno, degustamos su menú del día. Lo llevábamos como recomendación.

Después de comer, nos fuimos camino a Arrecife y antes de visitar la actual capital, decidimos echarnos un rato en la Playa de Reducto para descansar y refrescarnos un poco. (El plan en la isla era siempre llevar el bañador debajo y las toallas en el coche).

La playa es la típica de ciudad, nada paisajísticamente maravilloso pero suficiente para lo que necesitábamos en ese momento.

Después de una hora y pico de siesta, caminamos por el paseo marítimo tomando un
granizado hasta dar con la Oficina de Turismo. Cerraba a las 17 y llegamos por los pelos. Nos recomendaron visitar el Castillo de San Gabriel (Museo de Historia) pero únicamente por fuera ya que, también cerraba a las 17. Cruzamos por uno de los puentes antiguos de la ciudad para llegar a él y regresamos por el otro. En este paseo, dimos con el casco histórico de la ciudad:

La recova municipal está dentro del ayuntamiento y es un antiguo mercado que mantiene su arquitectura aunque totalmente restaurada.

No pudimos verlo porque a las 13.30 cierra. Como veis, es importante que consultéis los horarios antes para que no os pase como a nosotros.

Nos dirigimos al Charco de San Ginés que es de agua salada y de ahí, regresamos al coche. De la zona, nos quedó pendiente otro castillo algo más alejado que cerraba a las 18 y que actualmente alberga el Museo de Arte Moderno.

Llegamos al hotel, nos dimos una buena ducha y nos fuimos a cenar a Playa Blanca a un restaurante típico canario por 22 euros los 2.

Día 3. Jardin de Cactus, Cueva de los Verdes, Jameos del Agua, Caletón Blanco y miradores.
De nuevo con calma, salimos a las 10 del hotel y nos fuimos al Jardin de Cactus. Aquí o en cualquiera de los otros centros a visitar, puedes coger las entradas para el mismo y los bonos para incluir el resto.

Nosotros cogimos el bono de 3 centros por 22,5 por persona y decidimos ver Jardin de Cactus, Cueva de los Verdes y Jameos del agua.

👉Las entradas y bonos se pueden sacar online pero no te permiten ahorrar ningún tipo de espera.

Tras un paseo por el jardín y unas cuantas fotografías, nos fuimos a la Cueva de los Verdes, donde esperamos 40 minutos de cola pero mereció la pena porque nos encantó y nos alucinó muchísimo con su sorpresa final, la cual no voy a desvelar, para que os guste tanto como a nosotros.

Al salir, nos dirigimos a Jameos del agua, que está justo en frente. Aquí había mucha menos cola. Entramos sobre las 13.30, dimos un paseo y nos marchamos a Arrieta a comer.

Comimos en El Lago, un rico arroz negro con marisco y después, bajamos a las piscinas naturales. No había hueco porque la marea estaba muy alta así que, nos fuimos al Caletón Blanco. Es impresionante porque la arena y las rocas son negras pero sin embargo, el agua del mar es cristalina, turquesa… una pasada.

Tras echarnos una siesta en la playa, nos fuimos a ver Ye, perteneciente al pequeño municipio de Haría, donde tomamos un helado, vimos el Mirador de Los Helechos y después, nos fuimos a Risco de Famara, donde nos quedamos boquiabiertos ante el mar de nubes.

De ahí, nos fuimos al hotel y decidimos cenar algo en la habitación. Estábamos cansados y no teníamos mucha hambre.

Día 4. Salinas, Hervideros, Charco Verde y Playa de Famara
Sobre las 09.30 salimos del hotel para ir a ver las Salinas de Janubio, las más largas de la isla y las cuales siguen activas a día de hoy.

De ahí, nos fuimos a Los Hervideros, estuvimos un rato haciéndonos fotos por lo alucinante que nos parecía ver cómo las olas rompían en esas enormes paredes de roca volcánicas y después, nos fuimos a ver el Charco Verde.

Su nombre se debe a su color, el cual adquiere por las algas de su interior y por el azufre del volcán.

Tuvimos que bajar dando un paseo porque el parking estaba cerrado, paseamos por el lateral del Charco y después, nos fuimos al mirador que hay justo arriba para verlo desde la lejanía.

De ahí, cogimos el coche a Tinajo. Es un pueblo muy pequeñito y no tiene nada especial, sin desmerecer que todos los de la zona son muy pintorescos, pero no merece la pena parar.

Cerca, comimos en un restaurante llamado El Sibarita que cuando nos sentamos, nos dimos cuenta de que era vegano… pero al menos, tenían algunas recetas asiáticas y con pollo. Finalmente, estuvo bien.

Tras comer, nos marchamos a la Playa de Famara, donde estuvimos pasando la tarde hasta que llegó el momento de irnos al hotel, ducharnos y volver a Playa Blanca para cenar. Allí compensamos el veganismo mañanero con una buena hamburguesa en, El Chacho.

Día 5. Timanfaya y montañas de fuego.
Nos despertamos y nos dirigimos al centro de visitantes de Timanfaya para que nos contaran información sobre el parque.

De camino, paramos a hacer fotos en la impresionante e infinita carretera rodeada de rocas negras. Parece que estuviéramos en Marte.

En el centro, nos indican que podemos ver un vídeo y una pequeña simulación volcánica que se emite a ciertas horas.

Decidimos ir primero a las montañas de fuego y dejar para después la visita al centro.

👉 La visita a las montañas de fuego se puede incluir en el bono de visitas junto con
Jameos del Agua, etc… . Nosotros teníamos que haberlo incluido pero no sabíamos
qué podíamos ver por nuestra cuenta en cuanto al Timanfaya.

👉Las montañas de fuego solo pueden visitarse con la excursión en bus así que, no dudes en cogerlo sea incluido en el bono o no.

👉El precio de esta visita es de 12 euros.

Comenzamos nuestra visita en autobús a Las Montañas de Fuego. El trayecto no lo pude disfrutar como me hubiera gustado. Estaba en mis primeros meses de embarazo y las náuseas se acentuaron xD pero desde luego, los ratos que tuve la cabeza alta mirando por la ventanilla, merecieron la pena jajaja

El recorrido dura unos 40 minutos. Al bajar, te demuestran la temperatura del interior de las montañas colocando paja y quemándola. Te dan piedras para que lo sientas, te enseñan como el volcán “escupe” el agua que el guía le echa y además, te muestran una barbacoa natural que tienen allí y que se puede usar.

Como terminamos el tour sobre las 13h aprovechamos para comer allí, en el único restaurante que hay, El Diablo. Degustamos el pollo a la barbacoa que cocinan con el calor del volcán. Para ser un sitio tan turístico, está muy bien de precio.

Después de comer nos acercamos al centro de visitantes para ver el vídeo y la simulación que nos habían comentado. Dura unos 20 minutos. La narración es como si la hiciera Lanzarote en primera persona y eso lo hace bastante bonito.

Al terminar, nos fuimos a visitar Los charcones. Como el acceso hasta allí, que es a través de un antiguo hotel, estaba cerrado, nos tocó ir casi desde el centro de visitantes. Avanzamos hasta donde pudimos con el coche y seguimos a pie hasta llegar alli. Había gente bañándose y la verdad, daban ganas de animarse.

Por la tarde, decidimos irnos a nuestro hotel a pasar la tarde tranquilamente en la piscina. Al terminar, nos acercamos a cenar al Comendatore, tomamos risotto, calzone y provolone por
33 euros los dos.

Día 6. Playa Papagayo y Kayak
Decidimos hacer una ruta en kayak desde la playa de nuestro hotel hasta Playa Papagayo. Hay rutas guiadas pero estaban todas completas así que, lo hicimos por nuestra cuenta. Duró 3 horas y nos costó 20 euros por persona: kayak + gafas de snorkel y tubo.

Fue increíble. El agua era cristalina y vimos muchos peces, mereció mucho la pena.
Al volver, fuimos a comer a Snacks Louis donde comimos super bien, berenjena con miel de caña, puntillas de calamar, patatas, croquetas…

Por la tarde, estuvimos de nuevo tranquilos en la piscina del hotel y por la noche, nos fuimos a cenar a Punta Mujeres. Cenamos en La Cascada Puerto unos ricos raviolis de rabo de toro y una ensalada césar, estábamos muy llenos.

Después de una mañana de deporte y una tarde tranquila, nos fuimos a dormir al hotel.

Día 7. Rutas
Salimos como de costumbre sobre las 09.30 y nos fuimos a hacer un par de rutas al Timanfaya. Hicimos dos, ambas sencillas porque en mi estado, encontrándome mareada de por sí, no queríamos mucho trote.

Hicimos la de La montaña Colorada y la del Cuervo.

La Colorada es muy sencilla, es una ruta circular de tan solo 3km. En 40 minutos con
tranquilidad, rodeas la Montaña y ves el increíble paisaje de su alrededor.

La del Cuervo son 4km. Las vistas que ofrece son más impresionantes ya que puedes ver el
interior del cráter.

Día 8. La Graciosa
Fuimos al puerto de Orzola a coger el ferri de las 11 de la mañana. Al llegar, el barco estaba a punto de salir así que, las personas encargadas que había allí, nos dijeron que les diéramos las llaves del coche que ellos lo aparcaban y subiéramos corriendo al barco. En ese sentido, son bastante ágiles y está bien montado. Ni siquiera nos cobraron, confiaron (bien hecho porque somos gente de fiar xD) que pagaríamos el de ida, cuando pagáramos allí el billete de vuelta.

Había un oleaje alucinante. Suerte que aún con mis mareos, el barco no me provocara nauseas en absoluto porque varios de los pasajeros iban bastantes mareados. Llegó en media hora a la Isla de la Graciosa.

Al llegar, fuimos a tomar un café por Caleta de Sebo que es donde están todos los bares y tiendas de la isla. Aprovechamos también a comprar en una panadería que había, bocadillos para más tarde porque en el resto de la isla no hay ningún sitio donde poder comer o comprar.

Para recorrer la isla, hay mucha gente que opta por un recorrido en bici pero ya me habían avisado y allí lo corroboré, que no es nada sencillo. El terreno no está adaptado y son 2 horas y pico de recorrido para llegar a la Playa de Las Conchas, que es el objetivo de la mayoría de visitantes a la isla. Los turistas que nos cruzábamos iban bastante mal, bajados de la bicicleta o esforzándose mucho.

Nosotros contratamos el día anterior un coche safari para hacer la excursión. Puedes buscar en Google “coche safari a La Graciosa” o preguntar directamente en tu hotel. Yo encontré un teléfono y le llamé directamente para reservar. Los coches safari, además de llevarte hasta la Playa de las Conchas, te hacen un tour por distintos puntos clave. Otra cosa positiva de esta opción, es que te lleva una persona local y te cuenta curiosidades de la isla. El precio es de 25 por persona frente a los 10 de la bicicleta pero en mi opinión, compensa. Yo no lo cambiaba.

Si acaso no quisieras un tour por toda la isla, hay taxis que te llevan directamente hasta la Playa de Las Conchas por 5 euros ida y 5 vuelta por persona.

Como decía, nosotros paramos en los lugares principales: Pedro Barbas, Los Arcos (increíble), Playa Ambar y por último, la Playa de las Conchas. Donde nos dejó hasta las 17h.

Allí tumbados, estuvimos prácticamente solos. Hacía fresco pero estuvimos tan a gusto comiendo nuestros bocadillos y disfrutando de la tranquilidad y de una buena siesta que no nos importó.

Al regresar a Caleta de Sebo con el coche safari, nos comimos una deliciosa palmera de chocolate de la panadería donde habíamos cogido los bocatas y después, cogimos el ferri de vuelta. El ticket se coge justo en frente de donde están todos los barcos atracados. Como os comenté antes, nosotros tuvimos que coger el de vuelta y pagar el de ida allí mismo porque no pudimos antes.

Como al llegar a Lanzarote estábamos algo cansados, compramos comida para cenar en el apartamento.

Día 9. Vuelta a Madrid
Hicimos el check out a las 12 y para aprovechar el resto del día, nos fuimos a ver las Bodegas de Geria. Tienen bastantes souvenirs curiosos para regalar o llevarte.

Comimos en Arrieta para aprovechar a verlo, en el restaurante La Nasa.

Después, nos fuimos al Mirador del Río desde donde se puede ver la Graciosa y al de Guinate. Por último, nos fuimos a la playa que hay al lado del aeropuerto para ver los aviones de cerca y de este modo, aprovechar que estábamos allí, para entregar el coche de alquiler y tomar
nuestro vuelo de vuelta a Madrid que salía a las 19.25h.

Nuestro hotel:

Está dividido en dos conceptos. Una parte, de hotel resort al uso y otra, de casitas o
apartamentos tipo villas con los servicios del hotel. Ambos comparten recepción. Nuestra habitación era del segundo tipo.

Estaba bastante bien y nos resultó cómodo estar en una especie de apartamento porque las tardes mas tranquilas y las noches que estábamos muy cansados para cenar fuera, podíamos estar tranquilos en el salón.

Las instalaciones también están divididas y en nuestro caso, la piscina estaba frente a las diferentes casitas así que, bastante cómodo.

No tiene una decoración muy moderna pero es bastante correcto. En cuanto a la ubicación, está bastante bien ya que teníamos cerca Playa Blanca para cenar etc… y durante el día, teníamos que coger coche si o sí, para visitar el resto de la isla.

Espero que os haya sido útil y os haya gustado el post y os anime a visitar la increíble isla de
Lanzarote.

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